Seis
relatos de gentes, costumbres y aspectos del mundo heleno actual
narrados a través de la sensibilidad y cariñosa envidia de Antonio
Vicario
Seis relatos de un escritor viajero o de un viajero escritor, que, al
fin y al cabo, y en este caso al menos, viene a ser poco más o menos lo
mismo. De lo que de este autor residente en San Sebastián sabemos,
porque así se le comunica al lector en la solapa del mismo libro, es que
«ha trabajado como directivo y consultor en distintas empresas
nacionales e internacionales que le han llevado a viajar y residir en
distintas partes del mundo». Nos dice, igualmente, que «desde muy joven
ha mantenido una larga y estrecha vinculación con el mar», que es
‘Capitán de Yate desde 1986, ha navegado por casi todos los mares del
mundo, aunque su debilidad sigue siendo el Mediterráneo y su ribera
«allí donde todavía se encuentra pan, vino y aceite». Y que, «en este
mar, lleva años navegando entre islas, puertos y ciudades, descubriendo
en cada singladura paisajes nuevos, gente distinta y nuevos emporios»
como así aconsejara el poeta». Que «en 2005 funda Altamar Yates, una
compañía de cruceros en goletas». Sigue escribiendo que «para dar a
conocer las maravillas del Mediterráneo oriental, las islas más
hermosas, los rincones más sorprendentes y aquellos sitios donde se
alumbró la belleza, nuestra cultura e identidad hace siglos».
Cuida pues de presentar detalladamente su carnet de identidad personal y
profesional antes de que, de modo sucinto, nos regale con la historia
de la motivación, imaginación, anécdota, realización, escritura, etc, de
cada uno de estos seis relatos que completan este volumen, proponiendo
de esta manera al lector (y al comentarista) una generosa ocasión para
que los baraje y se sirva del menú eligiendo la historia que más le
guste. Leídas todas, se dará cuenta de que le gustaron todas, con lo que
el único resultado habido ha sido el orden en el que las leyó.
En ‘Vecinos’, la cita con la que se nos recibe como lectores, es del
acto tercero de la ‘Medea’ de Eurípides’ y tiene que ver con ese
fenómeno de erosión que sufren las personas no solamente en su físico
sino también más adentro aún. Eurípides cuenta sobre la mutación de una
mujer ante las amenazas y en este relato se nos coloca en situaciones,
aventuras, relaciones, etc, turísticas y vecinales, de amores varios,
coqueteos y escarceos, en un cuadro de costumbres tan movido como
entretenido.
Si, en cambio, por un ejemplo, se prefiriera una historia de soledad,
basta con leer ‘A la manera de Nikos’, un relato cuyo protagonista,
Nikos Areli, de origen greco chileno, nos es físicamente descrito con
profusión de adjetivos y que llevaba más de veinte años en la mar y cuya
repentina desaparición le hace evocarlo junto con su perrito y
asignándole una cita del poeta Nikos Kavadias y de su ‘Mal du dêpart’.
De seguir leyendo tan incansablemente por la satisfacción vivida
con el relato anterior, qué mejor que recalar en ‘El Capitán Arístides’,
un diminuto ferry y en un personaje inolvidable como el de Stavros,
para cuya historia destina el autor un trozo de poema de Yorgos Seferis.
Y, si del ‘enfrentamiento cainita y secular entre los griegos’ se
quiere saber, nos aconseja ‘La tumba de Stafilaris’, un relato para el
que reservó, como cita, un texto de Jacques La Carriére (‘Un èté grec’) y
en donde juegan su partida la política (o políticas) griegas, algo como
páginas de la situación griega expuesta desde el regreso del profesor
Stafilaris a su país natal.
De ‘Comida de Año Nuevo’, nos previene que es «una historia de
ambición y decadencia», «de luchas de clanes y banderías» que comienza
con una cita de Epicuro, que viene a decir que «solo somos un poco de
agua y sal» y se nos pone a hablar del doctor Aristóteles Foukaris y de
familias de navieros de antes de Onassis y Livanos.
Nos queda aún, por citar, ‘Los islómanos’, que, según el autor,
«se adentra en el mito del paraíso perdido», y que, «desde el título es
un homenaje particular a mi admirado Lawrence Durrell, cuyos
maravillosos libros sobre Grecia me acompañaron tantas millas y tantos
días. Él mismo fue un islómano vocacional que, como los personajes del
relato, buscó y quiso encontrar el paraíso en la isla perfecta, aislado y
lejos del mundo. Una tarea difícil en un universo cada vez más
agobiante, entrometido y controlador, donde ya es arduo desaparecer en
la tierra sin dejar rastro’. Se abre con una cita de Constantino Kavafis
sobre lo que es la islomanía, «una vieja y extraña atracción por las
islas que cautiva poderosamente al hombre desde la antigüedad y sigue
fascinando a mucha gente hoy en día».
Seis relatos de muy agradable lectura que nos ponen en contacto
con costumbres, personajes, aconteceres e historias del mundo griego
observados con cariño y se diría que, también, con ciertas dosis de
envidia por parte del autor.