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Bitácora El mar acogedor

Bitácora El mar acogedor

El mar




El mar que da nombre a este libro es otro elemento distintivo y único de Grecia. Aquellos que hemos cruzado varias veces el Mediterráneo de punta a punta, ya sabemos cuándo estamos llegando a las costas griegas sin necesidad de cálculos ni de ver la tierra helena.
Cambian el color, las irisaciones del agua, las tonalidades, los aromas, la espuma es otra y hasta los delfines parecen saltar allí de forma distinta. No soy el único que lo cree. Ya contaba el otro Durrell, Gerald, que cuando llegaban a Grecia desde el vapor de Trieste o de Venecia, de repente el azul cambiaba. De los azules oscuros del Adriático, en un momento determinado y sin previo aviso surgía el azul índigo del Jónico y enseguida el extraordinario azul ópalo de Zákinthos y Corfú. Y entonces todos decían alborozados y sin dudas: ya estamos en Grecia.
Mas allá de colores distintivos, el mar es para mí, la auténtica sangre de Grecia, la que baña y une a sus cientos de islas y a la tierra firme; la que desde tiempo inmemorial ha conducido a los hombres, mercancías, ejércitos y a las ideas. Del mar vinieron la riquezas de Grecia y el mar fue el poderío de Grecia. Por el mar de Grecia se difundió la cultura, la religión y el pensamiento griegos que alumbraron a toda Europa y Oriente.

Sea en el Jónico, el Egeo o el mar de Creta, es una mar tan bella como áspera, que exige una navegación musculada y vigorosa, llena de determinación y no apta para principiantes. Es un mar que impresiona no sólo por su intensa historia sino por su vehemencia espectacular, por el violento contraste de los intensos azules y la blancura de la espuma, por la embriaguez y la alegría de las olas, por las enormes profundidades de las simas volcánicas sobre las que se navega, por la reciedumbre del viento fuerte e incesante casi todo el año, que atiende a nombres tan fascinantes como Meltemi, Zéfiros , Bóreas o Nótios
 
Con tanta vocaciones y singularidades no es de extrañar que el mismísimo Lord Byron declarara aquello de que, si el mar tiene una patria, esa es ciertamente Grecia y la verdad es que no podríamos estar mas de acuerdo con esa afirmación.

 
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EL MAR ACOGEDOR - HISTORIAS Y RELATOS DE LAS ISLAS GRIEGAS