Suelo
repetir en las presentaciones y entrevistas que éste
no es un libro de viajes, ni siquiera
una guía secreta de Grecia y sus islas y quizá sea mi culpa que un
título tan evocador pueda ser el origen de la confusión pues para
muchos hablar del mar y las islas griegas, sugiere en enseguida el
viaje, la huida, el paisaje o vacaciones.
También
he contado que este libro surgió de la infinidad de notas, apuntes y
dibujos tomados en los cafés, en
los barcos y puertos a lo largo de tantos años de viajes y
singladuras por Grecia y sus islas,
lo que posiblemente haya acentuado el carácter viajero del libro y
su errónea ubicación en
la sección equivocada de muchas librerías, lo cual dicho se
de paso, no me importa nada y quizá
sea un buen
acicate para escribir en el futuro mi propia guía del viajero a las
islas griegas.
En
el fondo, tampoco están muy lejanas estas historias de los viajes
pues lo que cuento son el resultado literario de lo que he visto y
oído durante mis peregrinaciones en aquella hermosa a tierra, y
porque también cada
relato no son sino el viaje espiritual de sus
protagonistas
por lo que en justicia el libro también podría descansar con
propiedad y modestamente junto a las observaciones de otros viajeros
que por allí han caminado.
El
mar acogedor es un libro sobre Grecia y los griegos,
inspirado en la Grecia que yo he visitado y en los griegos que he
conocido en décadas de viajes y que ahora han cristalizado
en estos seis
relatos
distintos entre sí pero que comparten el fondo de los mismos
paisajes griegos y los modos de ser que yo he visto y observado entre
las gentes de aquel país.
Si
a modo de un gran cuadro habláramos del fondo común del paisaje,
tendríamos que distinguir entre el paisaje físico y el espiritual,
eso que Durrell
llamaba acertadamente,
el espíritu del lugar.
Del paisaje griego se ha contado casi todo y desde tiempo inmemorial
y por ello quizá sea mas interesante hablar del espíritu del lugar,
esto es, la impresión personal
que el mismo paisaje suscita en cada uno de nosotros, pues tal juicio
varía mucho en cada viajero dependiendo de su sensibilidad y
educación, en la medida en que es un sentimiento subjetivo y propio
el que el surge al contemplar el país y sus gentes
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